Foto: Ditchling en la década de 1920

viernes, 26 de noviembre de 2010

Guilda de San José y Santo Domingo

En 1907, Eric Gill, un escultor de 25 años, dejó el barrio de Hammersmith en el oeste de Londres y se mudó con su familia a Ditchling, una pequeña aldea rural de Sussex. Gill era un artista de fuertes convicciones y sus estudios teóricos lo habían convencido de que la vida rural era mejor a la de las grandes metrópolis, no sólo para desarrollar su arte, sino también para sus hijos.

Seis años después, Gill decidió ir un paso más allá y, abandonando la High Street de Ditchling, se mudó unos 3 km. al norte, a un terreno adquirido en Ditchling Common, en las afueras de Burgess Hill, donde quiso probar una vida de autosuficiencia. En los dos acres que poseían —poco menos de una hectárea—, los Gill fundaron una granja donde producían su propia leche, manteca, huevos y pan. También hacían su propia ropa y la de sus hijos.

Poco después, el calígrafo y letrerista Edward Johnston, nacido en 1872 y que había sido profesor y compañero de habitación de Gill en los tiempos en que éste era estudiante, se mudó también a Ditchling con su familia. Lo mismo hizo en 1913, el agente social devenido en imprentero artesanal H. D. C. Pepler.

En un principio los Pepler se mudaron a la casa de los Gill, llamada “Hopkins Crank”. Además de la casa habitación, tenían en el terreno un pequeño tambo, llamado “Little Crank”, y el taller de Eric en un antiguo estable conocido como “Crank Barn”. Gill, Pepler y Johnston tenían pensado fundar una comunidad artesanal como las que el Movimiento de Artes y Artesanías había fundado en otras zonas con relativo éxito.

El primer proyecto comunal fue el periódico The Game, cuyo primer número salió en octubre de 1916 y que se convertiría en la voz de ese mundo.

La comunidad adquirió un cariz totalmente revolucionario cuando, en 1917, recibieron la visita del dominico Vincent McNabb. La imagen de este “monje del siglo XIII en pleno siglo XX”, junto a su ardiente catolicismo y su vivo interés por lo social, encendieron la imaginación de Gill y Pepler. El proyecto, al que se había unido el joven Desmond Chute, veía la necesidad de unir mejor a los artesanos por medio de un voto religioso. Vale decir que Pepler, nacido y criado como cuáquero y, luego, socialista, no era católico, aunque tenía en mucha estima al padre McNabb. Poco después, será recibido en la Iglesia, junto a su familia, adoptando el nombre de Hilary. Por su parte, Johnston, aunque era un hombre profundamente religioso y colaboró como pocos con el proyecto, nunca se convirtió al catolicismo, en parte para no contradecir a su esposa, devota presbiteriana.

El 29 de julio de 1918, Hilary Pepler, Eric Gill y su esposa, el comandante Herbert Shove (veterano de la Primera Guerra Mundial y que recientemente se había mudado a Ditchling) y Chute ingresaron a la Tercera Orden de Santo Domingo. A continuación, los nuevos terciarios levantaron una pequeña capilla para la oración en común y se abocaron a la tarea de consolidar el proyecto comunitario.

Simultáneamente, habiendo culminado recién la Gran Guerra, comenzaron a juntar dinero para construir un crucifijo monumental, idea pergeñada por Gill, en conmemoración de los marinos y soldados católicos de Sussex fallecidos durante la guerra y en acción de gracias de los que volvieron al hogar. Ya con el dinero, ese mismo año, Gill talló en madera e inauguró el crucifijo proyectado. El crucifijo tenía 26 pies y, originalmente, fue instalado sobre un pedestal en el Spoil Bank, un terreno triangular en la esquina de Ditchling Common y Folders Lane, mirando las vías del ferrocarril, que fue adquirido con parte del dinero recolectado. El crucifijo, que en su patetismo reflejaba las propias experiencias de Gill en la guerra (había estado asignado a la Royal Air Force durante un breve período), se convirtió en símbolo de Ditchling y de la institución de la que hablamos. Lamentablemente, en 1940, durante la Segunda Guerra Mundial, el mismo fue retirado para evitar que sirviese como marca para los bombarderos que amenazaban Londres. El crucifijo quedó casi abandonado en uno de los talleres de la Guilda al final de Folders Lane durante el resto de la guerra. Al final de ella, se encontró que se habían dañado los brazos y el patíbulo de la cruz, por lo que fue vendido y hoy se encuentra colgando de una pared de la capilla y centro cultural de la Rensselaer Newman Foundation de Troy (Estado de Nueva York). Junto a las vías del tren se colgó una reproducción más pequeña que aún existe y el pedestal en el Spoil Bank aún puede verse.

Volviendo a 1920, en ese año Gill, Pepler y Chute fundan la Guilda de San José y Santo Domingo, que convirtieron en el centro que daba vida a la colonia de artesanos y agricultores de Ditchling. Aunque la Guilda nació el 18 de julio de ese año al aprobarse su constitución, su formalización tuvo lugar recién el 10 de octubre, luego de que el proyecto recibiera el visto bueno del Padre McNabb y se les uniera Joseph Cribb —aprendiz, terciario dominico y, luego, continuador de Gill—.

Al año siguiente, en septiembre de 1921, la Guilda publicó una solicitada en los diarios avisando de su existencia. “La Guilda de los SS. José y Domingo —decían— es una guilda de artesanos, pero no es principalmente una guilda de artesanos. Es antes que nada una fraternidad religiosa para quienes hacen cosas con sus manos. Como guilda, su objeto es la santificación de sus hermanos, y sostiene que el amor de Dios es la única fuente del bien.” En 1922, Pepler imprimió la Constitución y las Reglas de la misma en papel artesanal encuadernadas en unas tapas donde se veía la insignia de la Guilda —una mano abierta marcada con una cruz, diseñada por Gill—. Asimismo, la Guilda constituyó The Spoil Bank Association Ltd. como sociedad en cuya cabeza se pusieron las propiedades de la misma.

Los miembros de la Guilda debían ser todos ellos terciarios dominicos. En cuanto artesanos debían también ser propietarios de sus talleres y herramientas. Siendo que el trabajo es una forma de culto divino, debían observarse los mayores estándares de calidad. Como una forma de santa pobreza, el artesanado como principal medio de via era condición necesaria para pertenecer a la Guilda. Los miembros de ésta debían reunirse diariamente para las oraciones principales y estudiar la encíclica Rerum Novarum del Papa León XIII.

En 1921, Chute había abandonado la Guilda para ingresar en la Orden de Santo Domingo y, eventualmente, convertirse en sacerdote. A pesar de que este hecho fue muy lamentado por Gill, a comienzos de los ’20, Ditchling creció mucho. Alrededor de la Guilda, se conformó toda una comunidad rural, llena de talleres, con una biblioteca, una lavandería, una huerta, un banco independiente, un jardín, un vivero y una capilla católica.

Entre los primeros jóvenes que se acercaron a Ditchling para ver de qué se trataba, estuvo David Jones, brillante pintor que, eventualmente, será consumado poeta. Veterano de la Guerra Mundial y recién converso al catolicismo que había conocido por primera vez en las trincheras, quedó admirado del proyecto y la personalidad de Gill. Su mayor contribución a la Guilda fueron los murales con los que decoró la capilla comunitaria.

En 1922 se les unió Philip Hagreen, ebanista consagrado y fundador de la Society of Wood Engravers. También recibían periódicamente a personalidades católicas de ese tiempo. Entre las visitas más queridas y recordadas, estaban las de Hilaire Belloc y Gilbert K. Chesterton.

Todo parecía andar bien, hasta que, a fines de 1924, Eric Gill decide abandonar la Guilda. Esto sucedió poco después de que los Gill hubiesen visitado una guilda de artesanos católicos en Gales, en torno a la antigua abadía abandonada de Capel-y-ffin, e intentaran persuadir a ambos grupos de una fusión. Esto hubiese significado la mudanza de uno de las dos comunidades, lo cual requería esfuerzos imposibles. La Guilda de San José y Santo Domingo rechazó la propuesta de Gill y éste renunció, para mudarse muy poco después a las Montañas Negras de Gales. La partida de Gill tuvo un efecto terrible en algunos de los miembros fundadores de la Guilda. Algunos miembros y varios aspirantes siguieron a Gill a Capel (por ejemplo, David Jones y Philip Hagreen), aunque la mayoría permaneció en Ditchling. Sobreponiéndose, Joseph Cribb, que hasta el momento había sido aprendiz de Gill, tomó a su cargo el taller de su antiguo maestro.

Mucho se ha especulado sobre las razones de la partida de Gill. Los desórdenes en la contabilidad que llevaba Pepler y preocupaban a Eric, la “popularidad” de la Guilda que recibía constantemente personalidades venidas de Londres perturbando el trabajo y la vida de la misma, diferencias ideológicas entre Hilary Pepler y Eric Gill, y —de acuerdo con investigaciones publicadas recientemente— la imaginación erótica de Gill y posibles costumbres abusivas del mismo.

La Guilda perduró aún durante unos 70 años, ejerciendo una influencia dominante y positiva sobre el arte y artesanado católico de las Islas Británicas y el exterior. Sobre la base de principios religiosos firmes, la Guilda también fue importante desde un punto de vista teórico-político. Los trabajos de Pepler de esa época hablan de tiempos futuros en que “el trabajo sea nuevamente de la misma naturaleza que el sacramento, un voto del hombre y una ofrenda a Dios”. La Guilda invitaba, no sólo con su ejemplo, sino también con sus publicaciones, a que todos los trabajadores sean amos de su propia producción y no eslavos de las ganancias de otros hombres.

Originalmente, todos los miembros de la Guilda debían ser terciarios dominicos, aunque también hubo terciarios en Ditchling que no se unieron a la Guilda, e —incluso— artesanos no católicos que formaban parte de la comunidad de Ditchling (aunque no de la Guilda, cosa que estaba prohibida). En 1928 se relajaron las regulaciones estrictas de la Guilda y se admitieron miembros no terciarios. Para este tiempo, luego de la crisis generada por la salida de Gill, las cabezas más visibles de la Guilda eran, además de Pepler y Joseph Cribb, el carpintero y granjero George Maxwell, y los tejedores Valentine KilBride y Bernard Brocklehurst. En 1932 se les sumó el platero Dunstan Pruden.

En los ’30 se incorporaron numerosas novedades que no eran parte de las tareas de la Guilda según el esquema original. Se iniciaron sesiones grupales para discutir y regular las normas de trabajo. Fruto de estas reuniones fue la publicación del libro-catálogo Things for Devotional and Liturgical Use (Cosas para uso devocional y litúrgico), incluyendo fotografías, y que fue enviado a varios potenciales clientes.

El lema de la Guilda encapsulaba su filosofía: “Hombres ricos en virtud estudiando la belleza y viviendo en la paz de sus casas”. Fue gravada en una placa de piedra que, actualmente, se encuentra en el Cheltenham Museum.

El 4 de agosto, Día de Santo Domingo, era un día de fiesta para la Guilda, al que acudían numerosos vecinos de Ditchling y de los pueblos cercanos. Para los niños se organizaban eventos deportivos, mientras los adultos tomaban té en la huerta, y había teatro y mimos para todos. Al anochecer, se reunían todos en el pub local para comer.

Otro golpe para la Guilda ocurrió en 1933 cuando Pepler, desobedeciendo la Constitución y las Reglas, contrató a un empleado que no era católico. Esto motivó su expulsión en 1934 y un feo enfrentamiento judicial por la propiedad de la imprenta de la Guilda, que Pepler trasladó a la aldea de Ditchling en 1937.

En esta época llegó a la comunidad un joven escultor de mucho potencial, John Skelton, sobrino de Eric Gill, que se convirtió en aprendiz de Cribb.

En 1937, la comunidad se dividió respecto a la colocación de una cabina telefónica en su ámbito. Finalmente, debido a que la electricidad y las herramientas industriales estaban prohibidas hasta en los talleres, se decidió que el lugar ideal sería fuera de los terrenos comunitarios, en la calle cercana. La incorporación de “mejoras” tecnológicas fue de allí en más una constante fuente de discusiones.

Durante la Segunda Guerra Mundial, tanto Maxwell como KilBride perdieron hijos. Y Joseph Cribb, talentoso escultor que había sido ayudante de Gill, sirvió para la British Home Guard como observador aéreo y perdió a uno de sus aprendices, Albert Leany. Por su lado, las restricciones en la comercialización de seda hicieron que Brocklehurst y los KilBride se alejaran de Ditchling.

Terminada la guerra, aunque parecía imposible reconstituir la Guilda, comenzaron a acercarse a ella algunos viejos miembros y otros nuevos. En 1946, los KilBride regresaron de Escocia, y el prestigioso ilustrador Edgar Holloway visitó la comuna. Philip Hagreen también regresó y, por su parte, Cribb tomó a un nuevo aprendiz, Kenneth Edgar. Finalmente, en 1949, Holloway y su esposa Daisy Monica Hawkins, antigua modelo de Eric Gill, se mudaron a Ditchling aceptando la invitación de Hagreen de incorporarlo a su taller.

Por algún momento, se pensó que una nueva generación estaba lista para continuar la tradición de la Guilda. Sin embargo, la Postguerra trajo también desinterés por la vida comunitaria y cierto cansancio: las reuniones dejaron de durar horas como antes y se rechazaban, casi sin consideración, muchas solicitudes de incorporación.

Como resultado de las reformas del Concilio Vaticano II, en 1970 se decidió incorporar a la primera mujer: Jenny, hija de Valentine KilBride. Cinco años después, en 1975, se le unió Winefride, viuda de Dunstan Pruden.

En 1972 tuvo lugar una notable modificación del estatuto de The Spoil Bank Association Limited. El original preveía que, en caso de disolverse la sociedad y la Guilda, los bienes o el producto de su venta, beneficiarían a la Orden Dominicana. Esto se cambió, convirtiendo en beneficiarios a los miembros de ella. De acuerdo con John Prince, sobrino de Maxwell y autor de una página de Internet, esta reforma tuvo el efecto de que los viejos miembros de la Guilda no quisieran incorporar nuevos postulantes y que los activos de la misma fuesen vistos como una especie de fondo de retiro.

En 1983, el calígrafo Ewan Clayton, nieto de Valentine KilBride, se convirtió en el último miembro en ser admitido en la Guilda.

La gran tormenta de 1987 dañó seriamente los edificios de la Guilda al final de Folders Lane, en el límite con Burgess Hill. Y al año siguiente, se recibió una tentadora oferta para la venta de los terrenos con el fin de convertirlos en un desarrollo inmobiliario. Ewan Clayton y Jenny KilBride ofrecieron adquirir su parte a los demás miembros para salvarla, pero el voto negativo de los otros —Kenneth Eager (continuador de Cribb), Edgar Holloway (presidente), Thomas KilBride y Winefride Pruden— decidió el fin de la Guilda de San José y Santo Domingo, que fue liquidada en 1989 en medio de la enemistad de los antiguos cofrades. Los edificios de los antiguos talleres fueron demolidos, pero el proyecto inmobiliario quedó trunco y las dos casas que hoy pueden verse son posteriores a la Guilda.

Winefride Pruden siguió viviendo hasta su muerte en la aldea de Ditchling. Holloway falleció en 2008. Jenny KilBride aún vive en Ditchling y presidió la Comisión de Curadores del Museo local. Ewan Clayton vive en la cercana Brighton, donde aún trabaja en un taller de letrería, publica ensayos (el último sobre el famoso Evangelio de Lindisfarne) y da clases en las universidades de Sunderland y Roehampton.

Dados sus orígenes católicos, la principal producción de la Guilda fue el equipamiento de iglesias. Los crucifijos, las imágenes, los reclinatorios, los altares, los devocionarios e himnarios, las vestimentas litúrgicas y la platería, producidas en Ditchling por la Guilda durante sus 70 años de vida pueden aún encontrarse en todas las iglesias locales y en numerosos templos del resto de las Islas Británicas.

Recientemente, siendo una verdadera paradoja, Christie’s subastó seis volúmenes de la revista The Game por £ 1.430 y los ejemplares sueltos de esta revista mensual suelen venderse en Internet en alrededor de £ 100. Así de apreciada por el público es hoy aquella revista que comenzó como una forma de volcar las ideas estéticas y socioeconómicas de Pepler, Gill, Chute y Johnston, en una de las imprentas artesanales de William Morris, producida con hermosas imágenes (xilografías, litografías e ilustraciones) y cuidada caligrafía, por parte de los miembros de la Guilda de San José y Santo Domingo y sus amigos y colaboradores de Ditchling.


La mano, principal herramienta del artesano, y la Cruz -
insignia de la Guilda de San José y Santo Domingo.

Pueden verse numerosas imágenes tomadas de Internet de la comunidad de Ditchling y la Guilda en este sitio.


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