Foto: Ditchling en la década de 1920

viernes, 20 de abril de 2012

La subsidiariedad y el “gobierno pequeño” del liberalismo



Por James Baresel, para The Distributist Review, 3 de abril de 2012.

No hace mucho encontré a dos personas que estaban defendiendo a un candidato presidencial liberal y argumentaban que su elección llevaría a una mayor subsidiariedad en los Estados Unidos. Ninguno de estos individuos apoyaba la filosofía liberal de este candidato. De hecho, ambos consideraban esta filosofía como algo singnificativamente erróneo. Su único argumento a favor era que este candidato lograría muy probablemente una subsidiariedad mayor. Mis interlocutores puede que hallan estado en lo correcto acerca de este punto, sin embargo tengo mis dudas de que la subsidiariedad sea un efecto a largo plazo de su presidencia. Existen quienes están confundidos y piensan que la doctrina católica de la subsidiariedad coincide con doctrinas liberales u otras que son comunes en los Estados Unidos a favor de un “gobierno pequeño”. Quiero señalar algunas diferencias entre las dos.

Algunas de las diferencias más significativas son:

1) la subsidiariedad es una filosofía social. La persona humana no puede ser comprendida fuera de su naturaleza social y de su existencia social. La subsidiariedad considera que en razón de su propia naturaleza, de la ley natural y, en última instancia, de Dios, se impone a la persona humana una existencia comunal, social y política.

Para el liberal, por el contrario, la persona humana es individualista. El liberal considera que los aspectos comunal, social y político de la existencia humana son el resultado de la libre elección y considera que estos aspectos de la existencia humana son más de origen humano que divino.

2) debido a que la subsidiariedad reconoce lo social de la naturaleza humana, la misma doctrina considera que nuestras obligaciones hacia la sociedad nos son impuestas por la naturaleza y no por una libre aceptación. Por ejemplo, entonces, la autoridad del gobierno viene de Dios y de la ley natural antes que del libre consentimiento de los gobernados. El pueblo debe obedecer, sea que consienta o no. El salario justo viene determinado, no por el libre acuerdo entre el empleador y el empleado, sino por las necesidades financieras del empleado (siempre y cuando el empresario tenga los recursos suficientes para cubrir estas necesidades y aún cubra sus propias necesidades financieras y las propias de un negocio sostenible). Debemos contribuir al bien común de la sociedad en la que vivimos (nuestro pueblo, nuestra provincia, nuestro país, etc.); incluso si no queremos hacerlo, por lo que podemos ser obligados contra nuestra voluntad a hacerlo y corresponde al gobierno obligarnos a ello, incluso si nunca consentimos con la existencia de este gobierno o con su derecho a hacerlo.

3) de acuerdo con la subsidiariedad, el bien común debe ser perseguido por toda la sociedad, bajo la dirección y, si fuese necesario, la coacción del gobierno.

Para los liberales, el bien debe buscarse en forma individual o mediante organizaciones privadas a las que los individuos libremente se unen. El gobierno existe meramente para dejar a los individuos libertad para perseguir el bien más que para dirigirlos a ello.

4) la doctrina de la subsidiariedad sostiene que el bien común tiene prioridad por sobre la libertad individual.

La libertad individual es parte del bien común, pero ni se corresponde con todo el bien común, ni es la parte más importante de éste. El bienestar espiritual y moral de la sociedad y de sus miembros individuales es mayor bien y tiene precedencia sobre la libertad individual. El bienestar material de la sociedad también tiene precedencia sobre la libertad individual. El orden global y el funcionamiento correcto de la sociedad tienen más importancia. La libertad es un bien dentro de estos límites. Aunque ciertas restricciones de la libertad puedan impedir el logro de estos bienes superiores, y cuando la libertad se ve restringida el bien logrado debe ser proporcionado a estas limitaciones, la libertad sólo es un bien secundario y contextualizado. Es deber del gobierno perseguir y promover el bien común completo.

Por el contrario, el liberal sostiene que la libertad individual es el bien más elevado o, al menos, el bien más elevado de los que el gobierno debe proteger y promover. Para el liberal, la persecución de bienes más elevados debe ser asunto de la libre elección del individuo y no de la exigencia y dirección del gobierno.

5) la subsidiariedad entiende las relaciones entre las personas, entre los individuos y la sociedad, primero en términos de obligaciones morales antes que en términos de derechos. El rol del gobierno es hacer cumplir estas obligaciones. El gobierno no debe simplemente reprimir los pecados de comisión (como el asesinato), sino también los pecados de omisión (tales como el no contribuir al bien material de la sociedad) mandando a los individuos a cumplir con las obligaciones pertinentes.

La doctrina liberal entiende las relaciones entre las personas y entre los individuos y la sociedad en términos de derechos y no acepta otras obligaciones que aquéllas que han sido libremente consentidas. Entiende el rol de gobierno limitado a la protección de los derechos. Para esta teoría, el gobierno sólo debe reprimir los pecados de comisión y debe ignorar los de omisión.

6) la subsidiariedad sostiene que el camino al bien común debe ser dejado al arbitrio del nivel más local o bajo de la sociedad que eficientemente pueda buscarlo. En la medida de que un pueblo pueda buscar el bien común por su cuenta, el municipio debe dejarlo libre. En la medida de que un municipio pueda buscar el bien común por su cuenta, la provincia debe dejarlo libre. Y así sucesivamente, sin interferencias innecesarias de los niveles superiores. Se me ocurren dos razones para esto.

La primera es que las situaciones y necesidades particulares son únicas y que nadie más indicado para ocuparse de ellas mejor que aquéllos que son competentes para entender y responder por su particularidad. En relación a esto, debemos decir que las respuestas a los problemas deben ser “orgánicas” antes que concebidas racionalistamente mediante planes uniformes para imponer utopías. En la subsidiariedad, el control del gobierno local perfecciona lo real, mientras que la búsqueda de la centralización por parte del gran gobierno moderno sólo genera falsos ideales.

La segunda razón es que no debe existir más control ni más restricciones a la libertad por parte del gobierno que las que sean necesarias para el bien común, siendo que la libertad está esencialmente subordinada a éste como ya se dijo.

El liberal, por otro lado, quiere maximizar la libertad. No quiere una mayor intervención del gobierno local, porque sabe que sería conducente de un control del gobierno más efectivo. El liberal quiere, por el contrario, minimizar todo control del gobierno.

7) la subsidiariedad reconoce que existen casos en los cuales más gobierno, incluso mayor centralización, puede ser lo necesario para el bien común. El bien común tiene prioridad sobre lo local, aunque sostengamos que lo local es con frecuencia más efectivo para lograr el bien común.

Por el contrario, el liberal se opone, por principio, a cualquier aumento del gobierno y a cualquier centralización del gobierno.

8) la subsidiariedad sospecha de la gran empresa centralizada incluso más que lo que sospecha del gran gobierno centralizado. La subsidiariedad, de hecho, prefiere la expansión del gobierno a la expansión de la gran empresa. Existen múltiples razones para ello.

En primer lugar, es de la naturaleza del gobierno preocuparse por el bien común y actuar de acuerdo con el interés público. No todo gobierno ni todo gobernante lo hacen, pero aún así es de la naturaleza básica del gobierno como tal. Sin duda, muchos de los ejemplos de los peores gobiernos resultan de la malinterpretación del bien común y del interés público, más que de puras preocupaciones egoístas. La empresa, por su naturaleza, existe principalmente por el interés privado, aunque sea también de la naturaleza de la empresa preocuparse por el bien común, el interés público y sus empleados, así como de los empresarios. Sin embargo, el asunto es que el gobierno es, por su naturaleza, el único preocupado únicamente por el bien común y el interés público, mientras que el interés privados es, por la naturaleza de la empresa, la principal preocupación de la empresa.

En segundo lugar, es inevitable que si el gobierno no controla al dinero, el dinero controla al gobierno. Teniendo en cuenta lo anterior, el control por parte del gobierno del dinero es de interés público, del mismo modo que interesa al bien común. Si la empresa (“el dinero”) controla al gobierno, éste puede ser capturado por el bien privado, y por la empresa, en particular la gran empresa, que está mayormente fuera del control del gobierno, lo que llevará a una plutocracia o plutonomía. Una economía apropiada es aquélla en la cual existen fuertes regulaciones del gobierno para la empresa privada y el mercado, lo que es diferente a una economía de mercado desregulada o una economía socialista controlada.

El liberal no se opone a la gran empresa. De hecho, con frecuencia se alegra por ella. Mientras que la subsidiariedad favorece el localismo en todos los aspectos de la vida, el liberal favorece el localismo sólo respecto al gobierno (subsidiariedad pública), pero tiende a rechazar el localismo en los negocios (subsidiariedad privada). Un liberal pordría incluso llegar a sostener que la posibilidad de que la empresa (“el dinero”) controle el gobierno es un ejemplo de la libertad humana por sobre el control del gobierno de la vida de las personas.

9) para la subsidiariedad, la libertad es principalmente la libertad de vivir una vida católica y moral, para lograr bienes culturales auténticos y para vivir en una comunidad de vida con la propia familia, los amigos y los vecinos. La libertad económica tiene una prioridad relativamente baja. El bienestar material es necesario para perseguir estos bienes más elevados, por lo que tanto el bienestar material como la persecución de estos bienes más altos pueden necesitar poner restricciones a la libertad económica.

El liberal sostiene que el gobierno, el Estado y la autoridad son simplemente medios para la preservación de la libertad y los derechos individuales, y no son bajo ningún punto de vista bienes en sí mismos. Incluso pueden llegar a sostener que el gobierno es un “mal necesario” más que un bien positivo. Hay algunos que tienen la esperanza de una desaparición progresiva del Estado en un mundo capitalista.

11) finalmente, la subsidiariedad ve las relaciones humanas en términos principalmente cooperativos. Parte de la naturaleza social de la persona humana es vivir en caridad, benevolencia y mutua cooperación con el prójimo. Esto no significa negar que los efectos del pecado original con frecuencia nos conducen a no vivir a la altura de nuestra naturaleza en este caso. Esto no quiere decir que propugnemos un altruismo puro ni que neguemos lo legítimo del interés personal, incluso a veces a expensas de otros (como cuando dos personas compiten por un mismo trabajo). Pero sí significa afirmar que la cooperación, mejor que la competición, es la realidad básica de las relaciones humanas. El rol del gobierno es específicamente alentar e, incluso, forzar tal cooperación en beneficio del bien común.

El liberalismo entiende que las relaciones humanas se dan básicamente de una manera competitiva. El mercado es visto por esta doctrina como la arena de la competencia.

No creo que este listado de diferencias sea exhaustivo y, ciertamente, no alcanzo a desarrollar in extenso ninguno de los puntos mencionados arriba. Sin embargo, espero que esta pieza sirva de síntesis de las principales diferencias entre estas dos doctrinas, y pueda ayudar a que aquéllos que buscan implementar y justificar un auténtico localismo y perseguir el bien común, no se vuelvan hacia las teorías liberales. FIN.

James Baresel es graduado en Historia de la Universidad de Cincinnati (2005) y magíster en Filosofía de la Universidad Franciscana de Steubenville (2010). También ha realizado estudios en el Instituto Franciscano de la Universidad de San Buenaventura.



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